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Buscando casa. Segunda parte.

Como ya comenté, buscar piso en Berlín no es algo divertido. Bueno, una vez lo has encontrado las anécdotas parecen divertidas, pero es algo que cansa bastante. Pues bien, aun así, me he puesto a buscar piso de nuevo.

Hasta ahora he estado viviendo muy bien, en un sitio céntrico, a un precio asequible, con un chaval joven, simpático (aunque alemán, con todo lo que eso supone en cuanto a relaciones sociales…) y que hemos llevado el piso bastante bien. Mi contrato, en principio, es hasta el 1 de abril, aunque por lo visto los planes del dueño del piso han cambiado y finalmente podría quedarme hasta septiembre.

Pero claro, pensar en lo bien que he estado hasta ahora y compararlo con que la semana que viene se va Fabian y vuelve el dueño del piso, ese hombrecillo de unos 40 y tantos años, tras sus extrañas vacaciones de 4 meses en Lagos y Tailandia, y sus rarezas en casa pues…no veo yo claro lo de quedarme aquí hasta final de curso. Se acaba lo de ir andando a Alexanderplatz, mirar la fernsehturm desde la ventana de la escalera o del Berlín oriental desde mi habitación, en un undécimo piso y tantas otras cosas buenas que tengo ahora, pero, ¿qué será lo nuevo que me encuentre?

Antes de volver a Berlín ya estuve buscando nuevo piso, sin resultado, como era previsible. Una vez aquí ya he conseguido citas para ver varias habitaciones, algunas más cerca, otras más lejos, más baratas, más caras, más grandes más chicas…hay de todo. Solo había una que me gustó especialmente, aunque la combinación de transporte a mi campus no era muy buena, para ir al centro y al Sprachenzentrum sí que lo era. Y además bastante amplia y barata, y muy simpático el chaval. Pero bueno, de nada sirve todo esto porque la respuesta fue negativa.

Al menos esta última semana ya he podido dedicarme completamente a este tema, ya que la anterior también tuve que compaginarlo con tiempo de estudio, pues hice el examen a distancia que tenía pendiente de Sevilla. Esperaremos el resultado.

Ahora solo queda seguir buscando tratando de encontrar algo esta última semana de mes. De lo contrario, tengo la opción de mudarme a casa de David por un tiempo, ya que su compañera de piso se ha ido y ahora vive él solo hasta final de febrero. La pega no es solo la incomodidad de hacer dos mudanzas, además es que uno de los “dormitorios” es el salón, donde nos quedamos resguardados del frío algunos días que no salimos. En definitiva, una solución a la que espero no tener que llegar.