Empezaron las clases. Tras el examen de nivel me colocan en el A1.2, mismo nivel que no acabe de hacer en Sevilla, así repaso lo que ya tenia visto. Las primeras sensaciones son que no hay demasiada diversidad, de 15 personas 6 somos españoles. El resto: un canadiense, una belga, 3 italianas, una japonesa, una israelita, una noruega y un portugués. Aprendimos alemán, pero sinceramente, lo que mas practiqué fue el inglés.
Cuatro horas de clase al día, empezando después de comer. A veces superaburrido, recién comidos…pesa la clase. Aunque a veces algunos llegábamos tarde. Entre papeleos pendientes, algunas compras y cosas por el estilo nos acabábamos retrasando un poco, además hay que añadir los retrasos en el metro y que no calculábamos bien los tiempos. Y los primeros días también teníamos que compaginar con la búsqueda de piso…
Tras el curso, a las 18.30 de la tarde, siempre surge la misma pregunta: “bueno, ¿qué hacemos?”, con sus diversas variantes en los respectivos idiomas. Siempre solíamos quedar para tomar algo, sobre todo los primeros días cuando muchos no teníamos piso ni nada que hacer. Meterse en un hostal a ver pasar el tiempo es muy aburrido, y así pues nos íbamos conociendo.
El curso avanza, los ratos de cervezas daban resultado y cada vez había mejor ambiente y mejor comunicación. En clase cada vez se hablaba más alemán, pero luego entre nosotros seguíamos usando ingles, la verdad que era mas practico para todos.
Y para finalizar, test de nivel, pastelitos y…viaje “fin de curso”: oktoberfest!!!!