Esto no es ninguna publicación de descargo. Cualquier comentario o crítica de ámbito profesional ha sido transmitida a quien debía y cuando debía.
Si en la primera entrega describí la situación de estrés del inicio del confinamiento, la vuelta de vacaciones supuso una racha que casi arrastro hasta el día de hoy.
La obligación de usar los días de vacaciones lógicamente acumulados durante el encierro domiciliario (¿quién iba a querer usarlas para estar en casa sin hacer nada? Yo incluso traté de trabajar un festivo a cambio de un día de vacaciones cuando todo esto acabara…) supuso un parón en los trabajos que debían acometerse. Y luego llegaron las prisas. Todo ello coincidió con las vacaciones de mi jefe y de los compañeros que también asumían tareas de gestión. El resto del equipo, casi al completo en la oficina, con lo que prácticamente todo caía sobre mi.