Habiendo salido el sol de nuevo, tras el duro invierno, ya creíamos que el mal tiempo se había acabado, pero ni mucho menos. A la vuelta de Holanda parece que nos hubiéramos traído el mal tiempo con nosotros, una semana aquí ya ha bastado para darnos cuenta, y lo peor es que la cosa no tiene pinta de mejorar.
Queda el consuelo de que la temperatura sigue siendo aceptable, pero la lluvia no perdona, normalmente está siempre nublado y el sol solo sale de forma aislada por unas horas. Tener todo un día soleado parece casi una utopía. Habrá que conformarse y seguir la vida como si nada, al fin y al cabo, después de lo que hemos pasado esto ya nos parece poca cosa. De hecho, una de las primeras medidas que hemos tomado de cara al verano ha sido comprar una barbacoa, está claro que nosotros no podíamos ser menos que los alemanes.
A la vuelta de Ámsterdam nos hemos encontrado con algunas ausencias. Saana, ya nos dejó, después de su fiesta de despedida y de habernos enseñado uno de los sitios más extraños de Berlín: Teufelberg, una antigua base espía de la guerra fría, abandonada y vandalizada en medio de un bosque, estaba claro que solo ella podía conocer sitios así.
También se va Jimena, aunque en este caso es solo un hasta luego, viaje de ida para entregar el proyecto fin de carrera, pero volverá en Junio para trabajar aquí. De hecho no hubo despedida, solo una sesión fotográfica de todos nosotros para incluirnos en su proyecto: escribir un libro sobre como ha visto Berlín en estos meses que ha vivido aquí. Y para compensar, ha llegado Ana, que viene por unos meses a hacer prácticas, disfrutando de los meses de buen tiempo y casualmente a la misma casa donde vivía Lucia.
En resumen, cambios de aire en Berlín, además de los que van y los que vienen, las mudanzas también influye en el grupo de gente, ahora suelo hacer planes con los que vivimos en la U2, ya que tenemos mayor facilidad de desplazamiento, a dos pasos del centro y además solemos coincidir en la biblioteca. Allí en la biblioteca he vuelto a coincidir con las médicas, y médicas nuevas que no conocía antes.
También trato últimamente con los italianos, que ya no son solo Martina y Lucia, que ya estuvimos juntos en clase de Alemán, también más gente que solo me sonaba de vista. Aunque la mayor novedad de todo ha sido el idioma. Al principio hablábamos en inglés, luego lo normal hubiera sido alemán, pero resulta que habíamos pasado a comunicarnos en italiano y español, ya que es fácil entendernos, y Caterina necesita aprender para ir el año que viene de prácticas a España, y ya, de camino, todos aprendemos un poco.
De hecho todo el mundo esta aprendiendo español aquí, somos unos imperialistas. Entre los portugueses, algunos sabían algo de español, otros nada, y Gonzalo habla español sudamericano, pero ahora todos se comunican en español con facilidad, incluso italianos y portugueses.