Reencuentros y despedidas

Poco a poco, a lo largo de estas tres semanas, al igual que yo, todo el mundo ha ido llegando a Berlín. Unos antes, otros después, pero hay que volver a las clases. El periodo de vacaciones aquí no es igual que en España. Ni hay Reyes Magos ni cosas por el estilo. Aquí el día 4 de enero todo el mundo a clase, aunque realmente casi ningún Erasmus, al menos los españoles, estuvimos aquí para esa fecha, incluso hubo quien volvió a España de vacaciones una vez empezado el curso.En clase, en la mensa (comedor universitario), en la biblioteca, en alguna discoteca, en alguna fiesta…los reencuentros se sucedían, volvíamos a la vida normal. Realmente no tan normal, la Navidad fue un punto de inflexión a partir del cual algunos se han ido separando un poco. Ahora ya no nos movemos veinte españoles juntos a todas partes, lo cual en parte es bueno, ya que tanta gente llegaba a agobiar. La parte negativa es que los demás guiris también han cambiado un poco la rutina, buscando grupos un poco mas heterogéneos en cuanto a nacionalidad se refiere. Normal, tantos españoles juntos a veces nos pasábamos hablando demasiado español. Algunos, como Ash, incluso empezaron a entender algo.

Otro reencuentro, aunque no tan deseado, ha sido el del dueño de mi piso, que ya volvió de sus vacaciones. En la ciertamente desesperante búsqueda de piso incluso he llegado a plantearme quedarme viviendo con él resto del año, pero no, me niego. Con su vuelta también ha traído sus rarezas. Situaciones absurdas como verme recogiendo el lavavajillas y decirme que uso muchos platos para comer, o que gasto mucho detergente, o idioteces por el estilo han hecho que ni se me pase por la cabeza quedarme aquí.

Consecuentemente, mi hasta entonces compañero de piso, Fabian, se mudo el domingo. Tuvo suerte. Tras un tiempo buscando sin éxito, finalmente encontró piso justo el día que debía dejar el otro. Además de Fabian, también hubo despedida de mi casa. Algunos estuvimos allí cenando y tomando algo. Curiosamente, cuando íbamos a salir llegó Fabian y se vino de fiesta con nosotros. Y menuda sorpresa me tenía preparada: se puso a hablar español con mis amigos!!! 4 meses viviendo con él y lo único que me había dicho es que estuvo un tiempo en Chile, no que hubiera estado estudiando español!

Pero más significativo fue lo de Lorena, cuya estancia solo era por un semestre. Tras unos meses saliendo poco, se divirtió tanto este fin de semana que no podía dejar de arrepentirse por no haber intentado prolongar su estancia. El sábado fue su despedida “oficial”, día en que tocamos la mínima de temperatura: -17º. Era incomodo, pero yo seguía llevándolo relativamente bien, lo que no soporté fue comprar un kebap a las 5 de la mañana y que al salir a la calle se me quedara frío. En ese momento si odié el invierno con todas mis fuerzas.

El martes, la noche antes de que Lorena cogiera el avión de vuelta a Zaragoza, algunos fuimos a cenar con ella a un delicioso restaurante italiano donde nos llevo en coche su compañera de piso, Saskia. Mal día para coger el coche. El invierno se manifestaba plenamente. La mayor nevada que he visto hasta entonces junto a un fuerte viento desataron un temporal digno de película. Pero había que acompañar a Lorena.

Tras la cena, una cerveza más, y allí se quedaron en su casa, esperando, irremediablemente, las pocas horas que a Lorena le quedaban en Berlín. Hasta pronto mañica.

Deja un comentario

css.php