De la Costa Azul a los Alpes. Primera Parte

Bajo la sombra de la suspensión de vuelos, el jueves empezaba mi viaje dirección a la Costa Azul, ya que volaba con Easyjet, la misma compañía que canceló los vuelos a mis hermanos la pasada semana. Pero no hubo problemas.

A la hora programada llegué al aeropuerto de Niza, cuya pista obsequia con un precioso aterrizaje en paralelo a la costa. Ya solo quedaba coger un bus y 40 minutos de trayecto hasta Juan les Pins, donde vivía María. También andaba por allí Tuco, también de erasmus, con quien nos encontraríamos mas tarde. Allí, en la parada mas céntrica, a escasos minutos de su casa, me esperaba ella, con Jesús, que también estaba de visita esos días, y Tere, su compañera de piso. La bienvenida la habían previsto perfectamente, puesto que ya tenían compradas sendas entradas, para Jesús y para mi, para una fiesta esa noche, tras tomar unas copas en casa con unos amigos. Por la noche salir, por el día turismo.

El primer día, aunque pretendíamos ir a Mónaco, el sofá del salón nos atrapó y se nos hizo tarde, por lo que solo llegamos a Niza, donde disfrutamos de las maravillosas vistas de la Costa Azul y una deliciosa creppe con nutella antes de plantear la noche. Esta vez tocaba fiesta en una villa, típico de por allí. Primero en plan tranquilo en casa de los mexicanos, luego en una más a lo grande, al más puro estilo americano, donde en la puerta incluso controlan la cantidad de bebida que lleva cada persona, para evitar que la gente beba de gorra. En ambos casos, aunque el primero mas que el segundo, las casitas eran espectaculares: gran chalet, con sus correspondientes jardines, piscina…todo lo que cualquiera desearía para unas vacaciones en la Costa Azul.

Al día siguiente estuvimos más rápidos al salir de casa, por lo si pudimos visitar Mónaco, aprovechando el gran sol con el que había amanecido, que incluso permitía, al menos a mi que vengo de Berlín, pasear por la calle en manga corta. Espectacular. Un mundo de lujos y caprichos, miraras donde miraras. El bulevar del casino, el puerto deportivo, los señores coches, las tiendas…no había tregua. Para la última escapada dejamos Cannes y el propio Juan les Pins.

El primero de ellos era otra sesión de lujos y precios desorbitados, tras visitar el palacio del famoso Festival de Cine, donde esos días se celebraba el salón del videojuego, estuvimos mirando precios por los escaparates del paseo marítimo. Obviamente no íbamos de compras, no llegábamos a tal escala, más bien tratábamos de encontrar el precio con mayor número de ceros. Antes de volver a casa estuvimos por el centro de Juan les Pins, aunque menos conocido, no podíamos irnos sin conocer el pueblo de María. Pero tras ese aparente desconocimiento se escondía un puerto deportivo todavía más espectacular, si cabe, que el del mismo Principado de Mónaco. Quizás no tan extenso, pero con barcos de dimensiones que desencajaban la mandíbula.

Y la primera estación de mi largo viaje comenzaba a tocar su fin. Esa misma noche llevamos a Jesús al aeropuerto, que volvía a Sevilla, a la mañana siguiente, lunes, junto a casa de María, yo tomé mi tren a mi siguiente destino: Marsella.

Allí me esperaba José Mari, aunque realmente trabajaba hasta las 5 de la tarde, por lo que cuando llegué, después de dejar la maleta en consigna, estuve paseando por el centro. Al principio un poco a ciegas, intuyendo lo poco que había visto en Google Maps y Wikipedia, pero mucho mejor tras pasar por la oficina de turismo y recibir algunas indicaciones.

Una vez estuve con José Mari, nos dirigimos a la residencia y, antes de que anocheciera, nos asomamos a Les Calanques, unos espectaculares acantilados junto a los bosques que rodean el campus. Tras la cena en el comedor, unas cervezas en el bar, allí mismo en la residencia, donde por cierto nos hicieron un descuento para darme la bienvenida, muy amable al chaval.

El martes, nueva jornada laboral para él, y turística para mi. Comencé dirección Notre Dame du Mont, subiendo y bajando calles, conociendo la ciudad a pie de calle. Posteriormente a la catedral y Port Vieux, donde me apeteció una cerveza en un tranquilo bar, donde desde la calle se escuchaban bachatas y demás música, unido a los preparativos de María para su próximo viaje a Riviera Maya me hizo recordar mis días por el caribe.

Una vez almorzado, que mejor lugar para seguir paseando que la playa y el paseo marítimo, donde, a pesar del desagradable viento, no pude evitar acercarme a tocar el agua. A las 5 volví a quedar con José Mari, pero apenas nos dio tiempo de visitar Notre Dame de la Garde y dar una vuelta por centro, así que decidimos cenar y tomar unas cervezas en una fiesta latina en el bar del campus de al lado del suyo.

El petit déjeuner puso fin al recorrido por la Costa Azul, cogí el bus con José Mari hasta su trabajo, y posteriormente a la estación central, donde tomaría el TGV (Train Grand Vitesse, el “AVE” francés) destino Lyon. Se acabó Marsella, una bonita ciudad, aunque no demasiado preparada para el turismo, donde pude recordar más francés de lo que creía saber, incluso hablar un poco, ya que Jose Mari y los amigos no españoles hablan normalmente en francés. Pero no fue fácil, esto de practicar inglés, aprender alemán y recordar francés es un poco confuso.

Y más visitas y despedidas

Días después de que Ernesto tomara camino hacia Dresden y Munich, sus destinos de esta semana en su viaje en solitario, las visitas vuelven. En teoría, el jueves por la tarde llegaban mis hermanos y mis primas Isa y María, acompañados también por Jose, pero solo en teoría.

Estando tranquilamente en casa, recibo una llamada de Sevilla, mis padres diciéndome que llamara a mis hermanos, en Madrid, ya que su vuelo ha sido cancelado y yo tengo más experiencia en estos asuntos. Como si de una centralita de agencia de viajes se tratara, pasé la tarde hablando con Sevilla, con Madrid, buscando información en internet, combinaciones para comprar otro vuelo, relajando a los que se había quedado en tierra…todo fue un poco estresante.

Finalmente cancelaron el billete, pues la única alternativa que le ofrecían era volar 3 días después, lo que supondría una sola noche en Berlín, compraron uno nuevo con Lufthansa, algo más caro, pero la mejor opción posible tal como se desarrollaban los acontecimientos. Y aun quedaba otro escollo por solucionar, hacer el check in del hostal, ya que de lo contrario les cobrarían la primera noche y le cancelarían la reserva. Finalmente, un día después de lo previsto y tras una odiosa noche en el aeropuerto de Barajas, llegaron. Además lo hicieron al mismo aeropuerto y “solo” hora y media antes que mis amigos, por lo que quedé con Ernesto, que volvió a Berlín esa misma mañana, y fuimos a recogerlos a todos.

Ese día, “mis hermanos” decidieron quedarse en el hostal, pues estaban cansadísimos de su aventura. El resto, “los de salva”, salieron a dar una vuelta antes de ir a la ópera, que tenían entradas compradas. Por otra parte, yo me fui a descansar y luego a la fiesta de despedida de Aliisa, aunque en casa de Saana, ya que se suponía que la semana siguiente volvía a Helsinki, y aunque finalmente consiguió alargar la estancia unos días más, la fiesta permaneció intocable.

Tras finalizar la ópera, volví a quedar con mis amigos para tomar algo y hacer planes para el día siguiente. Como éramos muchos, 14 en total, fue difícil ponerse de acuerdo para moverse todos a la vez. Lo único en común fue realizar el freetour el sábado por la mañana, aunque nos tuvieron que separar en dos grupos, y visitar el Reichtag por la tarde. Para el resto, pues iba alternando los planes: tour nocturno con unos, Sachsenhausen con otros…

La noche del domingo comenzaban las despedidas. El lunes por la mañana fui con mis hermanos a Potsdam, pero la primera expedición volvía a Sevilla ese mismo lunes, a Manolo, Chica, Elena se les acabo el viaje, por lo que ya no había margen para volver a verlos. Los demás todavía tuvieron tiempo de dar otra vuelta por la ciudad y tomar unos cockteles por la noche para poner el punto y final a un divertido viaje.

A media noche Ernesto debía coger un tren destino Köln, su último destino antes de volver a España, el resto, Ale, Marta, Clara y Fon, pasaron su última noche antes del madrugón que debían pegarse para coger su avión.

Algo más de tiempo tuvieron mis hermanos, primas y José, a quienes acompañé al aeropuerto a media mañana. Y hasta aquí las visitas, ahora me toca visitar a mí. No sin antes despedirme de Yolande, que también vuelve a Oporto la semana que viene. Aunque la fiesta de despedida será el fin semana, hubo que improvisar una cena para que algunos que íbamos a estar de viaje pudiéramos decir adiós

Vuelven las visitas…y las despedidas

La vuelta a Berlín supone un poco de descanso, pero no la tranquilidad absoluta, pocos días de respiro y comenzó la ronda de visitas. El fin de semana estuvo aquí Ernesto. Llego el viernes, procedente de Sevilla vía Bergamo, sirviendo de avanzadilla para la gente “de Salva”. Moviéndose a su aire, ha aprovechado estos días para visitar museos e ir a un concierto de la filarmónica. También ha conocido fiesta berlinesa, concretamente despedidas de gente que ya se va. Por un lado Ammy, una belga a cuya fiesta me dijeron que fuera pero que realmente conocí esa misma noche.

Por otro lado Marina, a quién Jimena se encargó de darle un poco de emoción organizando una fiesta sorpresa en casa de David que ella ni se imaginaba. Tras la fiesta, la discoteca puso fin a la estancia de otra maña, que ahora también se arrepiente de no haber prolongado su beca. Acto seguido, ya que fue salir de la discoteca, recoger la maleta y tomar el tren, otra despedida, aunque mas bien un hasta luego. Ernesto comenzaba su gira en solitario por Alemania durante cuatro días, volverá el fin de semana.

Para mí, otros pocos días de pausa en los que aprovechar el tiempo, por ejemplo para acabar de decidir mi Proyecto Fin de Carrera, que pretendo entregar en septiembre. Se trata de desarrollar un sistema que procese códigos QR-code, por decirlo de alguna manera, la próxima generación de los códigos de barra, aplicándolo a la identificación e información de lugares de interés turístico a pie de calle. El proyecto es para entregarlo en Sevilla, por lo que haré a distancia, supervisado por mi tutor allí.

Por otra parte, voy acostumbrándome a la vida en nuevo piso y mi nuevo barrio. En el piso pues, sin grandes novedades, buena relación y buen ambiente. En cuanto al barrio, aunque esta cerca de donde vivía antes, éste me gusta más. No es únicamente residencial, hay multitud de comercios, así como pubs y restaurantes asequibles. Además, así iré conociendo zonas nuevas de Berlín.

Ruta carnavalera. Segunda parte

Al llegar a la estación central de Köln busqué la primera combinación de trenes, regionales, más económicos, dirección a Frankfurt. No tuve demasiado tiempo de espera, ya que la red de ferrocarril alemana es increíblemente extensa, permitiendo, mediante trasbordos, la continua salida de trenes hacia el destino deseado. Comenzaba así mi primer viaje en solitario, con unas 3 horas de hambriento viaje por delante, habiendo dormido poco y teniendo que hacer un trasbordo en Koblenz, por que era conveniente poner el despertador. Lo de hambriento es porque pretendía hacerme un bocadillo para desayunar, pero me di cuenta de que me había dejado el paquete de jamón en la segunda casa en la que dormí en Köln.

Un bonito viaje, pasando por nevados pueblecitos de montañas tan típicos de centroeuropa, aunque bien podrían existir en cualquier serranía española, llegué a la estación central de Frankfurt. Lo primero que hice fue buscar algo para comer, y tras pasar por la oficina de información turística inicié mi ruta por la capital económica de Europa, tal como dejaba caer el horizonte de rascacielos nada más salir de la estación. Me dirigí hacia el centro de la ciudad, según me habían indicado, pero pronto mi camino se desvió atraído por la música procedente de un desfile de carnaval. No era demasiado numeroso, pero arrastraba el suficiente ambiente para animar la ciudad.

Lo que si les sobraba era simpatía. Encontré una carroza, que parecía una peña de la marca de cerveza Binding, fuera del cortejo, rodeada de gente bailando y celebrando al son de la música mientras varias camareras iban repartiendo cerveza, por lo que me acerqué a pedir una con mi cara de guiri solitario. Hubo éxito, y allí estuve un ratillo con ellos, uniéndome así al ambiente de carnaval.

Siguió la ruta con un paseo junto al río para posteriormente dirigirme hacia el interior de la ciudad buscando la zona mas antigua, aunque la verdad que no resultó gran cosa. Volví a cruzarme con la cabalgata, en esta ocasión lo que me dieron fue un pastelito de chocolate, que me vino de perlas tras la bratwurst que acababa de comerme.

Por esta zona el ambiente era mayor que por el paseo fluvial, pero empezaba a cansarme de ver las mismas carrozas, así que abandone la zona para conocer la parte moderna de la ciudad. Increíble. Aquí se demuestra quien parte el bacalao, económicamente hablando, en la Unión Europea. Rascacielos y otros edificios lujosos es lo que abundaba por allí, entre otros la Torre Commerzbank, la mas alta de Europa. Con esto, ya agotado de todo el día, me di por satisfecho y fui en busca de un tren hacia mi siguiente destino: Mainz, donde había quedado con Lucia.

Aunque ella está ahora en Berlín de prácticas, estaba de visita el fin de semana de carnaval, ya que aun tiene alquilada su habitación desde año pasado, cuando estuvo de Erasmus, y donde yo me quedé las dos noches. Vino a recogerme a la estación con Marek, y tras descargar mi equipaje quedamos con el resto de amigos para ir a cenar, tomar algunas cervezas e ir a una de las carpas que había por allí. Esa misma noche se supone que Lucia volvía a Berlín, pues trabajaba al día siguiente, pero estaba dudando si quedarse e ir al médico, pues estaba mala de la garganta. Finalmente decidió irse, pero no pudo, perdió el tren y volvió a casa a seguir durmiendo y prepararse para la mañana siguiente celebrar el Rosenmontag.

El Rosenmontag es el día grande, y el último, del carnaval. A media mañana comenzaba una magnifica cabalgata por toda la ciudad, arropada por ciudadanos y visitantes, bebiendo y cantando a su alrededor. Y allí estaba yo, gracias a una confusión al comprar los billetes, con Lucia, rodeado de alemanes por primera vez en toda el año, celebrando el carnaval con ellos.

Tras la cabalgata, el ambiente se trasladaba a una plaza del centro, donde estaba el escenario principal. No cabía más gente. Durante todo el día traté de quedar con Luis, amigo de Berlín que también estaba allí con otro amigo, pero entre tanta gente fue imposible coincidir. A medianoche, bajo una copiosa nevada de despedida, la música tocaba a su fin, y con ella el carnaval y, prácticamente, mi viaje por el oeste de Alemania.

Al día siguiente, después de dar un paseo por las zonas que parecían más turísticas y comer algo, quedé con Luis, ahora sí, para coger el bus al aeropuerto, pues volvíamos a Berlín en el mismo vuelo. Ahora toca descansar y prepararse para los próximos eventos del mes: las visitas comienzan a llegar.

Ruta Carnavalera. Primera parte.

Las confusiones a la hora de comprar los billetes de avión no han sido los únicos problemas en la planificación de este viaje. El alojamiento, en principio, solo lo tenía garantizado en Mainz, cerca de Frankfurt, ya que Lucia, al ver mi plan de viaje en Facebook me ofreció su casa para pasar allí la noche y así poder vivir también el Rosenmontag, el día grande de otro de los carnavales más importantes de Alemania.

Pero lo primero era dormir en Köln. Por un lado Sandra y Belén, que iban con más amigos y se quedaban en casa de otra amiga de allí, por otro Olga y Lara, que solo hacían la noche del sábado y no les importaba pasar la noche en alguna estación y luego ir directamente al aeropuerto, y por último Xavi y Blanca, que también se habían apuntado y estaban los mismos días que yo.

En principio estuve buscando algún albergue barato para nosotros tres, aunque fuera en los alrededores de Köln, pero Blanca por su lado encontró algo de couchsurfing solo para Xavi y ella. Así que a sólo tres días del viaje me tuve que poner a buscarme algo para mí. Unos 90 mensajes envié, con solo la mitad de respuestas, de todas ellas, quizás tuviera noche solo para el viernes. Finalmente conseguí alojamiento para ese día, y además, el mismo miércoles por la noche, solo horas antes de coger el avión, hablé con otro chico para quedarme en su casa el jueves.

Pues allá vamos. A la llegada a Weeze, el aeropuerto de Ryanair en Dusseldorf, Sandra, Belén y compañía deciden alquilar un coche para pasar el día en Dusseldorf y recoger a otra amiga que llegaba por la noche, y como había una plaza libre aproveché y me quedé con ellos.

Llegamos al centro a eso de las 11 de la mañana. Todo era una manada de gente borracha celebrando desde las primeras horas del día. Bares y restaurantes convertidos en autenticas discotecas y con considerables colas para entrar. Por lo demás, mucho frío en una ciudad bonita, aunque realmente al mediodía ya no sabíamos a donde ir, ya que la visita fue un poco improvisada y no teníamos demasiada información turística. Así que decidimos irnos ya a Köln y que la amiga que llegaba por la noche cogiera un bus.

Ambas ciudades están bastante cerca, apenas media hora en coche. Me dejaron en el piso donde me estrenaría como couchsurfer. Christian y su novia, ambos ecuatorianos y muy simpáticos vivían allí. Estuve un rato charlando con ellos, contándonos un poco nuestra vida, me enseñaron “mi” habitación, me dieron la llave del piso y me ofrecieron todo lo necesario. Increíble la hospitalidad que tienen por estos lares.

Tras la breve charla y una mínima orientación sobre que ver y hacer en Köln, quede con Xavi y Blanca, disfraz en mano, o mejor dicho, disfraz en culo, mientras el resto iba en busca de su alojamiento. Estaban con Anni, amiga de Esther, una amiga nuestra de Berlín. Anni estaba de Erasmus allí. Pasamos lo que quedaba de tarde haciendo un poco de turismo por el centro y viendo el ambiente, igual o peor incluso que en Dusseldorf, ya que con el paso de las horas el estado eufórico de la gente iba en aumento. Por la noche, tras comerme uno de los peores kebaps desde que estoy en Alemania, salimos de fiesta todos, aunque Anni se fue a recoger a una amiga que llegaba de Inglaterra. Poco más aguantamos allí tras el cansancio acumulado.

Al día siguiente quedamos con Anni y Penélope, su amiga que de Erasmus en Southampton y vino la noche anterior también de carnaval. Increíble la catedral. Tras una interminable calle llena de tiendas y acompañados por mujeres consumistas, nos metimos a comer antes de seguir paseando. Al salir, apareció la nieve, volvió el invierno que pensábamos haber dejado en Berlín.

De vuelta al centro, ya por la tarde, mientras Xavi y Blanca habían quedado para cenar con su “anfitrión”, yo fui en busca de mi segundo alojamiento. Deepak, un chaval indú, me esperaba en la estación para ir a su casa, cerca de allí y, casualmente, casi en frente de donde se quedaban los otros. Deepak también muy simpático, incluso me estuvo enseñando sus apuntes de lo poco que había estudiado de español. Posteriormente me pidió disculpas porque solo tenía una copia de las llaves. Oh dios mío, pedir disculpas por no darme las llaves de su casa. El método para volver a casa fue dejarla en una maceta del patio interior, el primero que llegue la cogería y el otro llamaría por teléfono al llegar.

Este chico esperaba un poco más de conversación y trato personal, pero yo había quedado con Anni y Penélope para cenar en su casa y posteriormente de fiesta. Xavi se unió a nosotros el resto de la noche, pero Blanca se apalancó y se quedó en casa. Fue una noche bastante divertida. Mención especial para Penélope, desconocedora del “Pfand” y de vivir de él. Y como guinda al pastel, recibo un mensaje de Marina. Al día siguiente llegan desde Berlín diez más desde Berlín, que sobre la marcha han decidido pegarse 9 horas de viaje para una noche de carnaval comprando dos Shoneswochenendetickets.

Pero el sábado, tras haber visto la ciudad, esperemos a que Lara y Olga llegaran, que ellas venían por la mañana en avión, y fuimos a Bonn, capital de la antigua RFA, a menos de una hora en S-bahn. Un bonito casco histórico, aunque tampoco nada del otro mundo. De vuelta a Köln quedamos ya con el resto de berlineses para salir de fiesta, aunque hubo unos cuantos que se perdieron y la noche fue un tanto difusa, pero para los que permanecimos fue genial.

Para dormir ese último día, Anni nos ofreció un colchón hinchable en su casa para Olga, Lara y yo, así que finalmente pudimos quedarnos allí, aunque para mi solo fueron unas pocas horas, el domingo a primera hora cogí un tren a Frankfurt para proseguir mi ruta.

Fin de semestre

Esta semana el semestre toca su fin, aunque realmente no es semestre, apenas llega a 5 meses. Pero que rápido pasa el tiempo, menos mal que hasta julio todavía quedan casi medio año mas.
El lunes ya acabó el curso de alemán, aunque estaba al filo de la navaja tanto por clases perdidas como por la nota, finalmente lo he aprobado, así que ahora se supone que tengo un nivel B1.1 de alemán. Mucha tela.
Por otro lado están las asignaturas de mi carrera. En una de ellas, Middleware, perdí el derecho a examen porque no fuimos capaces de hacer unas prácticas y tener la puntuación para poder evaluarme. En las otras dos sí, pero los exámenes los tenemos a final de Marzo o principios de Abril. En Digitale Medien hicimos los ejercicios necesarios para lograr los 50 puntos, que era el mínimo necesario. Hice un par de diseños gráficos y una canción. Uno de ellos fue especialmente, cuanto menos, curioso. Lo titulé “La puerta del Giraldillo”, por razones obvias. Para Computer Graphik la práctica consistía en desarrollar alguna aplicación grafica usando OpenGL, elegimos un “juego” de navecitas, aunque realmente acabo siendo una nave moviéndose sobre un Sistema Solar y unas naves enemigas que se mueven hacia la nave principal. Aunque tampoco hicimos nada asombroso. Posteriormente se supone que teníamos que exponer nuestro trabajo en clase, pero el profesor nos dejo mandárselo por email, ya que no íbamos a poder asistir a la clase en cuestión.
Y es que se avecina un mes frenético. Empieza mañana, el primer paso es la ruta carnavalera por el oeste de Alemania. Hace unos años, cuando Jorge pretendía haberse ido de Erasmus a Freiburg, ya me estuvo hablando de los carnavales y me propuse comprobarlo personalmente. La planificación empezó, allá por principios de enero, siendo un tanto accidentada. Sandra y Belén me dijeron que iban a ir, así que sin pensármelo más, incluso sin saber donde dormir ni el plan de viaje, me lancé a comprar los billetes, sobre todo viendo los precios.
Pero no iba a ser tan sencillo, había comprado los billetes para irme del 11 al 16, pero me confundí, ellas se volvían el 15. Además viajar el día 15 era más caro, así que la solución que se me ocurrió fue que para estar yo solo allí un día, mejor conocer otra ciudad, así que me compre otro billete de vuelta para el mismo día 16 pero desde Frankfurt.
Aún quedaba un contratiempo más. El 12 de febrero podría tener el examen de ASP1 si no aprobaba el parcial del 11 de Enero, así que por si acaso, me compre otro billete de ida para el 12 de febrero, después del hipotético examen. En total compré 4 billetes y gasté menos de 20€. Así da gusto viajar. El caso es que suspendí ese examen, pero no podía hacer el segundo porque ese día mi coordinador de Berlín estaría en Oslo en un congreso y no podía atenderme para realizarlo. Así que, con una asignatura segura para Septiembre, mañana me voy a los carnavales para comenzar un mes bastante ajetreado…veremos como va todo…

Mudanza sobre hielo

La búsqueda de piso prosiguió, unas 3 semanas, unas 15 citas. Cada cual con su historia: gente que no habla, gente que solo ríe, gente que bromea pretendiendo separar el piso en dos partes por una raya imaginaria (con mi consecuente réplica, pues cocina y baño caían en mi parte), gente con rayas de verdad (de cocaína encima de la mesa del salón mientras un italiano y yo veíamos el piso), gente mayor que se conoce los porcentajes de cada religión en Berlín y ofrece pelis en DVD para aprender idiomas… Pero en todos los casos la respuesta fue negativa o no hubo respuesta.

Llegaba final de mes y la cosa se ponía fea, pero la última visita, mas bien la penúltima, si pareció productiva. Unos chicos colombianos en un piso muy céntrico, con habitación pequeña pero detrás de uno de mis bares preferidos. Tenía buenas sensaciones, así que comencé a preparar la hipotética mudanza. Pero en principio se quedó en hipotética. Hubo llamada con respuesta negativa. Tocaba preparar un plan B. En principio, la opción era pasar unos días en casa de David, también planteé casa de Diana, pero tenía demasiadas cosas que cargar como para hacer dos mudanzas, así que el mismo día 31 comenté con mi casero la posibilidad de permanecer en el piso unos días más.

Sin embargo, el mismo día 31 por la tarde recibí una llamada de otra Diana, la colombiana: ¿te sigue interesando el piso? Con el equipaje a medio preparar, esa misma noche ya dejé algunas cosas en mi futuro piso, y al día siguiente, tras anunciárselo a Armin, solo horas después de decir que me quedaría más días en ese piso, acabe de transportar todas mis cosas.

Pasé el lunes, día 1, toda la tarde empaquetando cosas, aguantando a Armin alias “el impertinente”, preguntando hasta 4 veces que a qué hora me mudaba. Finalmente, tras 2 viajes previos, Marcos y Laura me ayudaron con el viaje final. Hasta que no estuvieron ellos en casa y yo a punto de irme, el susodicho no entró a revisar mi habitación y devolverme la fianza, “good luck” me dijo. Hasta luego cocodrilo.

La mudanza fue un poco pesada, hacerlo sobre hielo y nieve no es agradable, y menos todavía sabiendo que como guinda toca subir cinco y pisos y medio de escaleras, pero fue por una buena causa. En el piso viven Diana y Christian, ambos colombianos. Además, por el día, también suele estar por allí Mónica, hermana de Diana. La habitación, como dije, pequeña, pero con un poco de optimización de espacios fue suficiente. Solo me quedaba comprar una cama, ya que solo tenía un colchón. Pero eso en Berlín no es complicado, basta estar un poco pendiente del “ebay” de los muebles para conseguir una maravillosa cama de Ikea de segunda mano, prácticamente nueva, por tan solo 20€. El gran inconveniente es subir a un quito piso sin ascensor.

Como consecuencia, unas ventanas sobre el tejado, en pendiente, a modo de buhardilla, sobre las que caía la lluvia y se acumulaba de nieve. Desde mi cama se ve llover, nevar, o el cielo despejado, y en verano supongo que podré incluso tomar el sol. Comienza la segunda etapa en Berlín.

Reencuentros y despedidas

Poco a poco, a lo largo de estas tres semanas, al igual que yo, todo el mundo ha ido llegando a Berlín. Unos antes, otros después, pero hay que volver a las clases. El periodo de vacaciones aquí no es igual que en España. Ni hay Reyes Magos ni cosas por el estilo. Aquí el día 4 de enero todo el mundo a clase, aunque realmente casi ningún Erasmus, al menos los españoles, estuvimos aquí para esa fecha, incluso hubo quien volvió a España de vacaciones una vez empezado el curso.En clase, en la mensa (comedor universitario), en la biblioteca, en alguna discoteca, en alguna fiesta…los reencuentros se sucedían, volvíamos a la vida normal. Realmente no tan normal, la Navidad fue un punto de inflexión a partir del cual algunos se han ido separando un poco. Ahora ya no nos movemos veinte españoles juntos a todas partes, lo cual en parte es bueno, ya que tanta gente llegaba a agobiar. La parte negativa es que los demás guiris también han cambiado un poco la rutina, buscando grupos un poco mas heterogéneos en cuanto a nacionalidad se refiere. Normal, tantos españoles juntos a veces nos pasábamos hablando demasiado español. Algunos, como Ash, incluso empezaron a entender algo.

Otro reencuentro, aunque no tan deseado, ha sido el del dueño de mi piso, que ya volvió de sus vacaciones. En la ciertamente desesperante búsqueda de piso incluso he llegado a plantearme quedarme viviendo con él resto del año, pero no, me niego. Con su vuelta también ha traído sus rarezas. Situaciones absurdas como verme recogiendo el lavavajillas y decirme que uso muchos platos para comer, o que gasto mucho detergente, o idioteces por el estilo han hecho que ni se me pase por la cabeza quedarme aquí.

Consecuentemente, mi hasta entonces compañero de piso, Fabian, se mudo el domingo. Tuvo suerte. Tras un tiempo buscando sin éxito, finalmente encontró piso justo el día que debía dejar el otro. Además de Fabian, también hubo despedida de mi casa. Algunos estuvimos allí cenando y tomando algo. Curiosamente, cuando íbamos a salir llegó Fabian y se vino de fiesta con nosotros. Y menuda sorpresa me tenía preparada: se puso a hablar español con mis amigos!!! 4 meses viviendo con él y lo único que me había dicho es que estuvo un tiempo en Chile, no que hubiera estado estudiando español!

Pero más significativo fue lo de Lorena, cuya estancia solo era por un semestre. Tras unos meses saliendo poco, se divirtió tanto este fin de semana que no podía dejar de arrepentirse por no haber intentado prolongar su estancia. El sábado fue su despedida “oficial”, día en que tocamos la mínima de temperatura: -17º. Era incomodo, pero yo seguía llevándolo relativamente bien, lo que no soporté fue comprar un kebap a las 5 de la mañana y que al salir a la calle se me quedara frío. En ese momento si odié el invierno con todas mis fuerzas.

El martes, la noche antes de que Lorena cogiera el avión de vuelta a Zaragoza, algunos fuimos a cenar con ella a un delicioso restaurante italiano donde nos llevo en coche su compañera de piso, Saskia. Mal día para coger el coche. El invierno se manifestaba plenamente. La mayor nevada que he visto hasta entonces junto a un fuerte viento desataron un temporal digno de película. Pero había que acompañar a Lorena.

Tras la cena, una cerveza más, y allí se quedaron en su casa, esperando, irremediablemente, las pocas horas que a Lorena le quedaban en Berlín. Hasta pronto mañica.

Buscando casa. Segunda parte.

Como ya comenté, buscar piso en Berlín no es algo divertido. Bueno, una vez lo has encontrado las anécdotas parecen divertidas, pero es algo que cansa bastante. Pues bien, aun así, me he puesto a buscar piso de nuevo.

Hasta ahora he estado viviendo muy bien, en un sitio céntrico, a un precio asequible, con un chaval joven, simpático (aunque alemán, con todo lo que eso supone en cuanto a relaciones sociales…) y que hemos llevado el piso bastante bien. Mi contrato, en principio, es hasta el 1 de abril, aunque por lo visto los planes del dueño del piso han cambiado y finalmente podría quedarme hasta septiembre.

Pero claro, pensar en lo bien que he estado hasta ahora y compararlo con que la semana que viene se va Fabian y vuelve el dueño del piso, ese hombrecillo de unos 40 y tantos años, tras sus extrañas vacaciones de 4 meses en Lagos y Tailandia, y sus rarezas en casa pues…no veo yo claro lo de quedarme aquí hasta final de curso. Se acaba lo de ir andando a Alexanderplatz, mirar la fernsehturm desde la ventana de la escalera o del Berlín oriental desde mi habitación, en un undécimo piso y tantas otras cosas buenas que tengo ahora, pero, ¿qué será lo nuevo que me encuentre?

Antes de volver a Berlín ya estuve buscando nuevo piso, sin resultado, como era previsible. Una vez aquí ya he conseguido citas para ver varias habitaciones, algunas más cerca, otras más lejos, más baratas, más caras, más grandes más chicas…hay de todo. Solo había una que me gustó especialmente, aunque la combinación de transporte a mi campus no era muy buena, para ir al centro y al Sprachenzentrum sí que lo era. Y además bastante amplia y barata, y muy simpático el chaval. Pero bueno, de nada sirve todo esto porque la respuesta fue negativa.

Al menos esta última semana ya he podido dedicarme completamente a este tema, ya que la anterior también tuve que compaginarlo con tiempo de estudio, pues hice el examen a distancia que tenía pendiente de Sevilla. Esperaremos el resultado.

Ahora solo queda seguir buscando tratando de encontrar algo esta última semana de mes. De lo contrario, tengo la opción de mudarme a casa de David por un tiempo, ya que su compañera de piso se ha ido y ahora vive él solo hasta final de febrero. La pega no es solo la incomodidad de hacer dos mudanzas, además es que uno de los “dormitorios” es el salón, donde nos quedamos resguardados del frío algunos días que no salimos. En definitiva, una solución a la que espero no tener que llegar.

Ser berlinés en invierno


Un mes fuera de Berlín se nota bastante, pero ha calado hondo y es difícil de olvidar. Es hora de volver a ser amo de casa, de escuchar otro idioma a todas horas, moverse en metro a todas partes…y también es hora de aprender cosas nuevas, principalmente a sobrevivir en el invierno berlinés.

Y parece duro. Siempre nublado, mucho frío, nieva esporádicamente, anochece temprano, la gente hace menos vida en la calle, hay que caminar sobre hielo…pero de momento no me ha ido mal. Extrañamente, siendo del sur de España, de Sevilla, esa calurosa ciudad que ha sufrido hasta mi coordinador berlinés, me estoy adaptando bastante bien, y la gente se sorprende.

Ya hemos bajado de -10º y aun así sigo saliendo a la calle, hay gente que le da pereza. Una de las cosas necesarias para salir a la calle, además de abrigarse, obviamente, es aprender a andar sobre nieve y hielo. Para empezar, recomendable un calzado que no cale, porque como metas el pie en la nieve puedes acabar mal. Hay que evitar pasar por zonas lisas, buscar zonas con piedrecitas, que las ponen en la nieve para evitar caídas. Y cuidado con la nieve sobre placas de hielo, son una trampa, no ves el hielo y puedes acabar en el suelo antes de que te de tiempo siquiera a pensarlo. Muchos inconvenientes que más pronto que tarde acabaron por dejar de ser un problema. También ayuda el hecho de que todo esta muy bien acondicionado, para mi gusto a veces más de lo necesario. No soporto la calefacción en los asientos del S-Bahn. Al entrar al tren se agradece la temperatura, pero cuando llevas sentado un rato llega a ser odioso.

Las horas de luz también es un problema. Eso de acabar de comer y que anochezca no es normal. Hay veces que voy a clase y ya es de noche, o pensar a las 8 de la tarde que ya es de noche cerrada y pensar en ir volviendo para casa. Incluso si un fin de semana sales y te acuestas tarde, cuando te levantes es posible que ya vuelva a ser de noche. Y si eso lo mezclamos con que estamos batiendo récord en días sin salir el sol en Berlín pues ya tenemos todos los ingredientes. Y pensar que mi segunda opción para irme de Erasmus era Tampere, unos 100km al norte de Helsinki…

En fin, que demasiado bien creo que estoy llevando el invierno, no se si todo será así o nos tendrá preparada alguna nueva sorpresa…

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